Tegucigalpa – Los migrantes venezolanos han vuelto a tener visibilidad en Tegucigalpa y ahora han montado centros de descanso y dormida en lugares referentes de la capital hondureña, como fueron las casetas de lo que se estimaba iba a ser el centro piloto de transporte, conocido como Trans-450, evidenciando el drama sin fin que tiene dicha nación.
El proyecto de transporte fue concebido para dar alivio al cargado sistema vial urbano de la capital, pero el mismo no tuvo continuidad en las administraciones municipales, hasta que fue cancelado el año pasado.
Pero el proyecto hoy es un lugar de alojamiento temporal para los migrantes venezolanos en tránsito por Honduras, ,mientras logran su meta de llegar a Estados Unidos.
La línea que se habilitó para los autobuses del Trans-450 quedó como un tercer carril para las calles y abarcar las grandes cantidades de vehículos que circulan diariamente.
Sin embargo, las casetas quedaron sin darles un uso por parte de las autoridades hasta que estalló en el territorio hondureño la crisis migratoria por el paso de venezolanos.
Los migrantes, en su mayoría venezolanos, que transitan por las calles de Tegucigalpa, buscan varios lugares para alojarse y seguir con su travesía hacia Estados Unidos.
Uno de los lugares que han acogido a los ciudadanos venezolanos para refugio son las casetas del Trans-450 del bulevar Centroamérica mientras reúnen recursos financieros para seguir con su ruta migratoria hacia el norte.
Se puede observar como varias carpas están dentro de las casetas, personas durmiendo en los colchones, desde un adulto hasta menores de edad, desde alguien que emigra solo hasta familias completas se quedan en estos lugares por varios días.
Alojamiento y protección del clima
Varios venezolanos manifestaron que estos lugares los ayuda para tener un alojamiento, protegerse de las condiciones climáticas como las lluvias o el frío en horas de la noche y no quedar expuestos en las calles.
Proceso Digital hizo un recorrido en una de las casetas del Trans-450, donde pudo presenciar cómo este lugar sirve de alojamiento temporal de decenas de migrantes venezolanos que se encuentran en tránsito por Tegucigalpa y espera seguir cruzando el territorio hondureño hacia EEUU.
Se observa varias carpas instaladas, colchones, ropa tendida en cables, personas acostadas, ropa, refrescos, bolsas negras donde está la basura, calzado y otras cosas.
Durante las horas del día, algunos migrantes salen a los alrededores del Trans-450 a vender bombones, paletas y dulces con los que los hondureños se solidarizan con ellos y recolectar el dinero suficiente para seguir con su tránsito migratorio hacia el norte del continente.
Miles de carros circulan diariamente por ambos carriles, al igual, que centenares de personas caminan por las aceras del bulevar Centroamérica, algunos se detienen para darles algo de dinero a los venezolanos que se encuentran con carteles pidiendo ayuda, otros notan su presencia, pero los ignoran; y algunos andan acelerados y no notan su petición.}
En el caso de la estación que se encuentra frente a la colonia Kennedy, los migrantes venezolanos tienen en esta populosa zona una opción de compra de alimentos, ya que hay varios puestos de comidas y al otro lado de la calle están los restaurantes de comida rápida.
Mientras que en la caseta de peaje que se encuentra en Miraflores, está frente a un reconocido centro comercial, donde los migrantes acuden a veces a comprar comida, ir a los baños y comprar medicinas en las farmacias.
Además, esta zona es bastante transitada, perfecta oportunidad para que puedan solicitar recursos económicos a los hondureños.
Las casetas de peaje sirven de descanso en horas de la noche después de un día de solicitar ayuda financiera y hacer otros mandados.
En estos lugares se congregan venezolanos que talvez en su país de origen no hubiesen coincidido, pero que las necesidades ocasionan que se ayuden entre ellos con el fin de avanzar en su ruta con destino a Estados Unidos.
Mientras un grupo de personas consigue los fondos suficientes para avanzar hacia Guatemala, otros se quedan, esperan obtener el dinero y reciben a los siguientes grupos y los ayudan a acomodarse en la caseta de peaje para que la convivencia sea sana.
Mientras los venezolanos ingresen al país, será una constante el relevo de los migrantes en las casetas o estaciones de pago para las cuales fueron concebidas.
Nos han tratado bien
Glenys Chávez, es una venezolana que llegó a Honduras acompañado de su esposo e hijo, es una de las migrantes que se ha estado quedando en la caseta del Trans-450 frente al centro comercial.
Ella ha estado vendiendo paletas en el túnel peatonal en el bulevar Centroamérica frente a este centro comercial y relató a Proceso Digital que los hondureños los han tratado bien.
“A uno nunca le falta, mientras uno le siga pidiendo a Dios siempre lo estará protegiendo, todas las personas acá (Honduras) nos han tratado bien”, dijo la ciudadana venezolana.
Contó que llegó el lunes a la capital hondureña, y que tuvo que pasar la noche en la estación del Trans-450 admitiendo que su situación económica no es la óptima para alquilar un lugar.
“No nos hemos mojado, nos quedamos en una estación y esperamos con lo que hagamos podamos avanzar, sino nos vamos a seguir quedando unos días”, dijo sobre sus planes.
Agradeció que hasta el momento no han tenido problemas, ni las autoridades han tratado de desalojarlos del lugar.
Solidaridad
Gian Carlos Hernández comentó que los hondureños, como sus ciudadanos y autoridades, han sido solidarios con los venezolanos que se están alojando en las casetas del Trans-450.
Dijo que le ha costado caminar desde Venezuela para llegar a la ciudad de Tegucigalpa, hecho que sucedió el fin de semana.
“Aquí me han tratado de maravilla, no he pasado hambre, me han dado comida y ando vendiendo caramelos para seguir adelante”, narró a Proceso Digital.
Destacó que las autoridades les han colaborado con comida, como queso, refresco y agua.
Incluso afirmó que en horas de la mañana se dedica a limpiar el paso peatonal subterráneo de Miraflores.
Drama de padres y la salud de un bebé
Emily Guerrero, es una venezolana procedente de la ciudad de Caracas que emigra junto con su esposo y dos hijos, que han sido de los migrantes que llevan más tiempo en la caseta de peaje.
Dijo que lleva una semana en ese lugar debido a que su hija pequeña tiene complicaciones de salud y que espere que se recupere para seguir con su ruta hacia Guatemala.
Durante su estancia definió que los hondureños los han tratado bien contando que le han llevado comida, ropa para bebé, cobijas, miembros de las iglesias han llegado para orar por ellos.
“Los hondureños nos han ayudado bastante, vienen hasta aquí y nos han dado desayuno, almuerzo y cena, agua, jugo para los bebés”, dijo en un tono de agradecimiento.
Contó que en días de lluvia, le ha tocado sacar el agua de la caseta indicando que cuando los carros pasan, logran meter agua, pero que no ha tenido un incidente mayor.
Emily Guerrero dijo que su meta es llegar a la ciudad de Nueva York donde un primo la está esperando.
Carlos García, su esposo, es un venezolano que decidió emigrar por la difícil situación de su país y que llama a las casetas de peaje como un albergue.
Relató que no ha sido fácil su travesía porque ha sufrido noches frías, ver niños enfermos y otras dificultades.
Señaló que llegar a Estados Unidos ya no es un sueño, sino una necesidad, argumentando que Sudamérica se “está cayendo a pedazos”.
García narró que él salió primero de Venezuela, pasó a Perú y luego residió ocho años en Brasil, en todos estos países salió porque la situación se hace más difícil.
Confirmó que él sale junto a su hijo mayor todos los días a comprar comida para su familia y lograr compartirla con el resto de los migrantes que se albergan en el Trans-450.
Lamentó que su hija lleva más de 20 días con diarrea y ha tenido que salir todos los días a los centros de salud para que le receten medicamentos o le apliquen exámenes, pero no ve mejoría.
“Lo que más necesito es unos exámenes completos para descifrar lo que tie
Deja una respuesta