Categoría: Hondureño cinco estrellas

  • Bicentenaria Inmaculada Concepción clama apoyo para cambiar su endeble techo

    Bicentenaria Inmaculada Concepción clama apoyo para cambiar su endeble techo

    Tegucigalpa – La Iglesia Inmaculada de Concepción de Comayagüela es uno de los grandes bastiones religiosos,históricos y culturales del país por su estilo arquitectónico, la zona donde se ubica, pero que en la actualidad requiere de ayuda de los hondureños para reparar el techo para que siga manteniendo sus rasgos de la época colonial.

    Esta parroquia está ubicada en la tercera avenida y sexta calle de Comayagüela, es la ciudad gemela de Tegucigalpa, capital hondureña, en un lugar rodeado de historia y cultura.

    Prácticamente se ubica en el corazón de Comayagüela, frente al parque La libertad, y en la zona se encuentra la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) y el Centro de Arte y Cultura de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

    Esta iglesia fue construida entre 1788 a 1796 en la época colonial, lleva más de 200 años desde su edificación y es una de las estructuras coloniales mejor conservadas, además de ser uno de los referentes por excelencia de la arquitectura religiosa.

    La iglesia Inmaculada de la Concepción era la catedral de Comayagüela en la época colonial porque se ubica en el corazón con una gran extensión territorial que incluía el parque La Libertad.

    Tiene varias imágenes y retratos en honor a la Virgen Inmaculada de Concepción, aunque también hay una imagen de la Virgen de Guadalupe, el Cristo Adyacente y de Nuestra Señora de los Dolores.

    Cabe recordar que la Iglesia Concepción fue la primera parroquia del héroe nacional, padre José Trinidad Reyes, después de haber sido ordenado en Guatemala, incluso su madre vivió en lo que es ahora la octava avenida de Comayagüela.

    En el pasado, la parroquia tuvo un estatus diferente porque fue fundada por la Diócesis de Comayagua en la época colonial, y empezó a atender a las personas que se movían de la antigua capital hondureña hacia Tegucigalpa.

    Los primeros habitantes y feligreses de la Iglesia eran campesinos e indígenas que se movilizaron hacia Tegucigalpa para laborar en las minas.

    El terreno que tuvo la Iglesia de la Inmaculada de Concepción en la época colonial era desde la segunda avenida de Comayagüela hasta la décima calle, abarcando la octava avenida, pero que fue cediendo terreno ya que los padres de la parroquia brindaron partes a personas que procedían del occidente, de Comayagua u otras regiones del interior.

    La Orden de los Franciscanos se hizo con la administración de la parroquia en 1946 y empezaron inmediatamente a hacer programas de ayuda social como habilitar una policlínica.

    Asimismo, se encargaron de inaugurar dos centros educativos: el colegio San Francisco y la escuela Inmaculada Concepción, esta última empezó como una guardería para cuidar a los hijos de las mujeres que vendían en los mercados, gradualmente brindó clases de primaria y secundaria.

    Mientras que el colegio San Francisco fue fundado originalmente para alumnos con un mayor estatus económico para otorgar becas a los de la Inmaculada Concepción.

    Rehabilitar techo

    Ahora, el templo enfrenta grandes necesidades que requiere esta reliquia de la historia religiosa colonial y la principal es renovar el techo de la iglesia que sufrió severos daños durante el paso del huracán Mitch en 1998, como el resto de la ciudad.

    El fray Trino Espinal relató a Proceso Digital que después de su edificación, hubo una rehabilitación del techo en la década de los 60 y está hecho de asbesto.

    Añadió que las paredes de la iglesia son de adobe y el techo es de asbesto, un material que ya no se utiliza en la actualidad para este tipo de edificaciones.

    “Es una situación que ya no se puede seguir, es un techo que lleva más de 60 años y ya no aguanta, nos preocupa (la situación) porque no solo es un patrimonio de la iglesia, sino que también de la ciudad”, señaló el fray.

    Definió que la iglesia Inmaculada Concepción es un patrimonio cultural, religioso e histórico que representa la importancia por estar en el casco histórico de la ciudad de Comayagüela.

    El diseño de la renovación de la Iglesia Inmaculada Concepción de Comayagüela.

    Espinal expresó que está preocupado por el estado actual del techo y que de persistir esta situación pueda haber un daño mayor en la estructura como en la seguridad de los cristianos.

    Contó que en años anteriores hubo un colapso de las paredes de la iglesia y tuvo que rehacerse.

    Espinal estimó que solo la reparación del techo conllevará alrededor de 400 mil lempiras sin contar con el precio de los materiales, los permisos de operación de las autoridades de la alcaldía capitalina y la Secretaría de las Culturas, Artes y Patrimonios de los Pueblos de Honduras para el proyecto.

    Resaltó que el proyecto cuenta con el apoyo de la comunidad de Comayagüela, han realizado varias actividades para recaudar fondos y que pedirá ayuda financiera a las instituciones.

    El fray reveló que la documentación, el plano y los diseños de la reparación del techo fue aportado por la Universidad Católica que puso a disposición dos arquitectos que hicieron un trabajo gratis, ahorrándoles 200 mil lempiras.

    Indicó que el mantenimiento de la iglesia debería encargarse el Estado ya que la declararon como patrimonio cultural, pero que ellos tomaron la iniciativa de recaudar fondos ante la urgencia de reparar el techo.

    “Vamos a tocar la puerta que podamos porque el proyecto nos parece interesante porque es un patrimonio cultural de  Comayagüela y vale la pena movernos”, expuso.

    maqueta de como quedaría la Iglesia Inmaculada Concepción con la renovación del techo.

    Contempló que la reparación del techo se lleve en los meses de enero, febrero, marzo y abril del 2026, señalando que en esa época no se registran lluvias, añadiendo que en el presente año se dedicará a la recaudación de fondos.

    Sin embargo, señaló que si en el presente año no logra recaudar el fondo necesario, continuará con esta meta de captación de recursos en el 2026, y tendrán que repararlo hasta 2027 cuando finalice la época de lluvias.

    Refugio de migrantes y otros

    En la actualidad, la iglesia se ha convertido en un faro para migrantes y las personas en situación de calle, quienes reciben alimento para el alma y para el cuerpo.

    Debido a su ubicación en Comayagüela, también se encuentra en una zona muy pobre que se ha ido deteriorando por el abandono y la toma de control de las pandillas.

    La iglesia se ha convertido en un faro para migrantes y las personas en situación de calle.

    Actualmente, la parroquia se encarga de las zonas más pobres de la ciudad como los barrios Bella Vista, Las Crucitas, Sipile y Socorro, donde las personas ganan menos que el salario mínimo.

    Y es que los siete barrios bajo la tutela de la parroquia Inmaculada Concepción de María están entre los más pobres de la capital, donde los servicios básicos son un lujo.

    La parroquia Inmaculada Concepción de María se dedica a apoyar a las personas vulnerables como asilos para los de la tercera edad, atención de los migrantes por la Pastoral de Movilidad Humana, ayuda a los pobres, dar comida a las personas que viven en las calles cada viernes y otras acciones de beneficio social.

  • Ferdinando Castriotti, un italiano que llegó a Honduras creyendo que estaba en África

    Ferdinando Castriotti, un italiano que llegó a Honduras creyendo que estaba en África

    Tegucigalpa – Cuando en 2002 el sacerdote católico italiano Ferdinando Castriotti decidió continuar su misión fuera de su país, escogió a Honduras conociendo solamente que esta nación de Centroamérica había figurado en el mundial de España de 1982, pero creyendo que estaba situada en África.

    Antes de llegar a Honduras, en 2007, Castriotti (56 años), natural de Venosa, Italia, trabajó ahí con la Conferencia Episcopal, donde además se ocupaba de la parroquia y daba clases en una universidad, según relató a EFE en la ciudad de El Paraíso, departamento del mismo nombre, al este hondureño.

    Según su relato, en Venosa ejerció como párroco y docente universitario entre 2000 y 2002, cuando había mucha pobreza, como en otras regiones de Italia, y aunque la Iglesia no pudo resolver ese problema, tuvo un «impacto fuerte» ante el desempleo.

    El proyecto con la Conferencia Episcopal contribuyó a que se abrieran muchas empresas, pero en 2002 Castriotti, con un doctorado en bioética y dos maestrías, dijo que quería cambiar de aires. En respuesta le ofrecieron dar clases en Jerusalén y que se cruzara por la República del Chad para ayudar a los pobres.

    En 2006 se le terminó el contrato que suscribió para ir a Jerusalén y Chad, y regresó a Italia, pero no para quedarse, porque creía que en su país «hay muchos sacerdotes y quiero irme», añadió.

    «Regresé porque sentí que ya no tenía el mismo corazón que tenía antes, había visto muchas cosas que no tenía que haber visto, mucho sufrimiento, mucho dolor», en Chad, subrayó.

    Su obispo le recomendó que fuera a Roma para ver a qué país lo enviaba el responsable de la misión.

    Fue en Roma, antes de que lo recibieran, dice Castriotti, donde llegó una señora muy amiga del cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, «y casi con lágrimas en los ojos dice es que todos miran para todos lados, pero nadie quiere ir a Honduras. Y le digo, ‘por qué dice eso señora, que nadie quiere ir, a mí no me ha preguntado’».

    Antes de llegar a Honduras, en 2007, Castriotti (56 años), natural de Venosa, Italia, trabajó ahí con la Conferencia Episcopal, donde además se ocupaba de la parroquia y daba clases en una universidad.

    El corto diálogo con aquella señora marcó el nuevo rumbo de Castriotti, quien recordó que ahí mismo dijo al director que le atendió «dame un contrato yo lo firmo para ir a Honduras», país del que, como aficionado al fútbol y exjugador, recordó que participó en el Mundial de España 1982, y del que además creía que se hablaba francés o inglés.

    Castriotti creía que Honduras quedaba en África, porque en el Mundial jugó con varios futbolistas de raza negra, error del que salió al regresar adonde su madre en Venosa y contarle que se iba para ese país y que no se preocupara, porque estaría cerca de ella.

    Su madre le preguntó dónde quedaba Honduras, y al no hallarlo en África, dice que él buscó en Internet y descubrió que estaba en Centroamérica, que era un país pequeño en el que se hablaba español.

    «Un desastre, porque yo no sabía ni decir buenos días en español y en un mes tenía que salir. He dicho, si es esto lo que Dios quiere, ahí voy, y le dije a mi madre me toca irme a América Central porque Honduras está en América Central», añade sonriendo el misionero, quien lo primero que vio en fotos de su nuevo país fue Roatán y La Ceiba, en el Caribe, y el parque arqueológico maya.

    Fotografía del centro de atención al migrante retornado, Fundación Alivio del Sufrimiento este viernes, en la ciudad de El Paraíso (Honduras). El papa Francisco no visitó Honduras, pero en el municipio de El Paraíso, en el este del país, funciona un proyecto de atención al migrante retornado gracias en parte a una donación de 500,000 dólares que hizo a la Fundación Alivio del Sufrimiento, que dirige el sacerdote italiano Ferdinando Castriotti.

    Una fundación a favor de los pobres

    Al llegar a Honduras, el cardenal Rodríguez le propuso que eligiera el lugar al que quería ir, a lo que le respondió: «el más lejos de Tegucigalpa porque no quiero estar en la capital».

    Fue así que Castriotti terminó en El Paraíso, donde en 2011 creó la Fundación Alivio del Sufrimiento, que preside, y mediante la cual se ejecutan varios proyectos a favor de los pobres en sectores como salud, educación, empleo, además de atención a migrantes, con apoyo de instituciones nacionales e internacionales.

    Gracias a la Fundación Alivio al Sufrimiento, entre otras cosas, tres jóvenes hondureños están estudiando en Italia, indicó el misionero diocesano, quien en 2012, para «cambiar de aires», regresó a África, donde se enfermó y decidió retornar a Honduras en 2017.

    Castriotti, quien tiene las nacionalidades de Italia, Chad y Honduras, ya no oficia misas, solamente se dedica a la Fundación que preside, y de El Paraíso, donde ha vivido momentos «difíciles y felices», dice que le atrapó el clima, la naturaleza y su gente.

    El religioso, de piel blanca y 1.90 metros de estatura, recordó además que en 2012 el Parlamento le otorgó la nacionalidad hondureña y que cuando viaja lleva su pasaporte hondureño «con mucho orgullo».

    Cuando alguien le dice entre bromas que no tiene «pinta de hondureño», responde: «los hondureños no pintamos, nosotros somos, y esa es la realidad».